Toma
un huevo y hazlo girar; si gira con facilidad es que está
cocido; si gira con dificultad y de manera irregular,
es que está crudo.
Luego
intenta hacer girar un huevo crudo y ponle el dedo encima
por un instante, suficiente apenas para detenerlo.
Cuando
le quites el dedo, el huevo empezará a girar un
poquito más. Esto se debe a la inercia del líquido
que está en su interior, es decir, que el liquido
que trae adentro no para de moverse aún cuando
detuviste un poco el movimiento de la cáscara.