Los
animales o Quete, eran seres que tenían vida y movimiento
porque participaban del poder divino, que se expresaba a través
de dos conceptos: el Yni o Ini, que hace referencia a lo que da
vida, el calor y el corazón. Y el Chi o Tachi, que es el
viento, el aliento vital y el espíritu.
Todos
los animales se clasificaban básicamente en tres grandes
grupos: los volátiles o Quete andevui, que pertenecían
al cielo; los cuadrúpedos o Quete sasican, que habitaban
sobre la tierra, por lo que también eran Quete ñuhu,
y los acuáticos o Quete nduta, que vivían dentro o
cerca del agua.
Pero
en el arte de Mesoamérica, encontramos que las representaciones
de animales comprendían un repertorio limitado; de toda la
fauna conocida, hubo un proceso de selección de ciertos animales
por sus características físicas, sus hábitos
o comportamiento y por su hábitat; para convertirlos en símbolos,
que representaran entre muchas otras cosas, el lugar donde habitan,
como el cielo, la tierra y la montaña, los bosques y cuevas,
los ríos y el mar. Asimismo, a los cuerpos celestes, elementos
y fenómenos naturales como las estrellas, la luna y el sol,
la noche y el día, las nubes, la lluvia y los rayos, terremotos
y eclipses.
También
formaron parte de las festividades y del ritual. Llegaron a representar
ciertas categorías sociales, como el gobernante, algunas
órdenes de guerreros y tipos de hechiceros; e incluso ciertas
cualidades humanas, como la fuerza y valentía, la nobleza
y realeza, astucia y velocidad, sensualidad y fertilidad.
Imágenes
de estos animales, se pueden encontrar en numerosas obras del arte
mesoamericano, como en las inscripciones sobre piedra y la cerámica,
la pintura mural y los códices. Las que se muestran en esta
agenda, fueron tomadas de tres documentos pictográficos de
la cultura mixteca, que al parecer formaron parte de una misma escuela
estilística que se desarrolló en el noroeste de Oaxaca
alrededor del siglo XIII d.C.
Estos
documentos prehispánicos son: el Códice Borgia, calendario
ritual perteneciente al grupo de documentos religiosos al que da
nombre; el Códice Vindobonensis, ubicado dentro del grupo
de manuscritos históricos, tiene también un contenido
mítico que lo convierte en el eslabón entre ambos
grupos; y el Códice Nuttall, que narra historias dinásticas
que acontecieron aproximadamente entre los siglos IX y XI de nuestra
era.
Cecilia Rossell
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